Adiós Winnetou
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Winnetou era un jefe de los apaches mescaleros que cabalgaba junto a su hermano de sangre, el pionero de origen alemán Old Shatterhand, en las novelas de Karl May. Yo las leía, con 250 ilustraciones, en la Colección Historias de Editorial Bruguera. A comienzos de los años 60, aquellas ficciones fueron origen de una serie de westerns germanos que contribuyeron a las maravillas de los programas dobles en sesión continua de la cartelera española de la época. Así pues, Winnetou es un personaje entrañable para cuantos siendo niños supieron de aquellas delicias. Yo daba cuenta de ellas en el cine Astoria del Paseo de Extremadura. Pierre Brice, el actor francés que lo interpretó en todas las entregas, ha fallecido recientemente en París a consecuencia de una pulmonía complicada con su avanzada edad.
Nacido en Bretaña en Bretaña en 1929, Brice contaba 19 años cuando se alistó voluntario en el ejército francés para participar en la guerra de Indochina. De vuelta a Europa, tras una breve experiencia teatral, comenzó a hacer cine. En 1958 fue el Bernad de Les tricheurs, un dramático acercamiento a los nuevos usos de la juventud de entonces del gran Marcel Carné, y el Jacques de Le miroir à deux faces de André Cayatte. En Italia, donde se afincó durante un tiempo, hizo fantaterror en la sugerente El molino de las mujeres de piedra (Giorgio Ferroni, 1960). Como galán llamó la atención en El lápiz de labios (Damiano Damiani, 1959) y A sangre y fuego (Fernando Cerchio, 1962).
Aquí en España protagonizó para Francisco Rovira Beleta una de las cumbres del nunca bien ponderado spanish noir: Los atracadores (1962). Basada en la novela homónima del inspector de policía Tomás Salvador sobre unos ladrones barceloneses, en una secuencia en verdad conmovedora, fue una de las primeras películas que mostraron el garrote vil con el que se ejecutaba a los reos condenados a la pena capital. Hace apenas un par de años, cuando me hice con esta cinta para mi tesoro filmográfico, me resultó chocante encontrar al noble Winnetou incorporando al villano más vil.
Pero el destino de Pierre Brice estaba en Alemania. Tras protagonizar en el 62 la primera entrega de Winnetou, El tesoro del lago de plata, de Harald Reinl, llegaron otras diez. En las primeras, Old Shatterhand estaba interpretado por Lex Baker. Stewart Granger le relevó en Los buitres (Alfred Vohrer, 1964) y dos de los títulos siguientes: Justiciero de Kansas y El asalto de los apaches, ambas dirigidas por Harald Philipp en 1965. No son películas buenas, pero a mí, entonces, me hacían soñar.
Cuando la serie finalizó en 1968, Brice era toda una celebridad en Alemania. Hasta el punto de llegar a grabar discos en alemán sin entender la lengua de Goethe.
Intentado desligarse del personaje que tanta popularidad le había dado, volvió a hacer cine en Francia y en Italia. Fruto de aquella inquietud protagonizó películas como Le 13ème caprice (Roger Boussinot, 1967), junto a la bellísima Marie Laforêt, y Un giorno, una vita (Albino Principe, 1970). Pero los días de galán de Brice ya habían tocado a su fin. Regresó a España para participar en un spaghetti western de Manuel Esteba: Una cuerda al amanecer (1974).
Aunque a comienzos de los años 70 hizo algunas teleseries en Francia, fue en Alemania donde acabó por decantarse su carrera. Muy querido por el público de aquel país, allí se reencontró con el teatro e hizo mucha televisión. Y allí descansarán sus restos, en pago al cariño que aquella gente le dio.
Publicado el 15 de junio de 2015 a las 18:45.